Fuiste vos, Martín
- alumnosisec2020
- 10 oct 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 19 oct 2020
El Comité Nobel Noruego anunciaba en Oslo la concesión del Nobel de la Paz al presidente de Estados Unidos, Barack Obama. El Senado de la Nación Argentina sancionaba la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Estos acontecimientos de gran repercusión sucedían horas antes de otro que a nivel deportivo también trascendería en el tiempo.

En el marco de la decimoséptima y anteúltima fecha de las Eliminatorias Sudamericanas para el Mundial de Sudáfrica 2010, la Selección Argentina recibía a Perú en el Monumental.
El seleccionado nacional conducido por Diego Maradona llegaba a la última doble fecha de eliminatorias con la obligación de ganar ambos partidos para depender de sí misma en el objetivo de obtener el pasaje a la cita mundialista. La primera parada decisiva tenía lugar el sábado 10 de Octubre de 2009 a las 19 horas. Puntualmente el juez del encuentro, Rene Ortube dio inicio al mismo.
El primer tiempo transcurrió sin demasiado vuelo futbolístico de ninguno de los dos lados. Aunque las responsabilidades y lo que estaba en juego era muy disímil para ambas selecciones. Mientras Argentina peleaba por asegurarse un lugar directo en la clasificación a la Copa del Mundo, con varios jugadores destacados de las principales ligas del planeta, Perú llegaba en el último lugar de la tabla de posiciones, sin ninguna meta en disputa y con un plantel de menor valía que el de Maradona. Sin embargo, el cero a cero calificaba y reflejaba correctamente lo ocurrido en esa primera etapa.
La segunda mitad requería otra imagen y el Diez desde el banco lo sabía. Antes de que la pelota vuelva a rodar, mando a la cancha a Martín Palermo en lugar de Enzo Pérez, para que le haga compañía a Gonzalo Higuaín y así tener dos referencias netas de área que potencien las posibilidades de gol. A los dos minutos de comenzado el complemento Higuaín convirtió el tanto que rompió el cero del marcador, tras una habilitación de Pablo Aimar que lo dejó solo frente al arco, al por entonces 9 del Real Madrid, para que este definiera cruzado.
La ventaja conseguida parecía que llevaría mayor serenidad al seleccionado argentino y que surgirían posibilidades concretas de estirar la diferencia. A la inversa de lo esperado, la selección incaica llegó al empate sobre la hora del tiempo reglamentario. Un cabezazo de Hernán Rengifo estableció el 1-1 y sembró la desesperación tanto en los jugadores como en el público que mostró la bronca e impaciencia desde las tribunas.
Era el baldazo de agua fría que no deja lugar a la recuperación ni a la reacción. Los minutos de descuento iban en busca de solo estirar la agonía. No había sustentos lógicos para pensar en un gol salvador. Solo un loco podía creer en un milagro en esas circunstancias. Pero ese loco estaba jugando aquel partido. Ahí estaba él, dentro del área, en el lugar exacto, en el momento indicado, el optimista del gol: Martín Palermo. A los 92 minutos la pelota llegó a sus pies y su zurda la empujó hasta la red. Delirio total bajo una cortina de agua que ilustraba al hombre de la película sin remera, mirando al cielo con los brazos extendidos ante la ovación de 42.000 almas en la cancha de su eterno rival.
Fin del partido. Parece el final de una película, pero para el Titán solo es una escena más de una carrera digna de un film con emociones culmines a cada minuto. Una vez más, fuiste vos Martín.
Joaquin Morosi
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